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Mostrando entradas de octubre, 2011

Una carta a ti

Se adueña el tiempo de un beso y las horas se adueñan de tu ausencia. Hay un enhebrar de recuerdos, esa duerme vela a la espera de las caricias extensas. Sé que habrá un viento repentino en que me traiga tu aroma, para que fallezca la soledad. Recuerdo un tornasolado de juegos vagabundos, en el amanecer en que las manos, hilvanando pasado y presente, he incertidumbres, nos dio para encontrarnos en una mesa. Recuerdo, que luego nos buscamos. Porque hace un tiempo nos creamos en el corazón del otro. Por favor hoy no llegues a destiempo, te espero en el mismo lugar y a la misma hora.

CALLE NOCTURNA

Hay un extenso camino ante mis pies, y la noche será larga, tan extensa como un hilo de Ariadna, tan inimaginable como una carretera, y aquí no hay una estación de aborde, ni un boleto a casa u otro lugar que no sea las mismas cuatro paredes que veo a diario al despertar en la mañana, con las imágenes aún recientes del sueño que acaba de pasar, como un halcón peregrino que se pierde en la distancia. Una noche soñé con lobos, con un Dalí, con Amanda, hubo otras noches en que era un mendigo intelectual y otras tantas en que era, sólo mis manos. Hoy saldré a la calle a envenenarme un poco de la polución, y de su ir y venir de la gente, paseante por la ciudad amurallada de edificios. Ya he estado sumergido en el fondo de un tintero, y con la punta de la pluma he seducido a Isabela, el personaje de la novela. Ella, que no se desanima en buscar y encontrar, cuantos rostros para dibujar. Es una noche apacible antes mis ojos, ya no hay tantos juegos pirotécnicos y fiestas por doquier. Por otra