HOY QUISE VERTE EN EL CAFÉ
Acabo de llegar, desde la tarde que se destila en las calles de Guayaquil. Llegué cargado de suspiros y lecturas Kapuściński y el recuerdo de tu nombre se asienta en el sillón en donde te inventé amiga-amante de encuentros y desencuentros, en las avenida de los cafés y copas, transcurridas de luces y sonidos, por la misma zona llega la gente, con olor a calle, a oficina, a casa; tantos sabores y olores de tinto, licor, cigarrillos; tristezas, alegrías, frustraciones, fortuna. Las horas de cafeína y alcohol se va concentrando de gente por doquier, por ahí van pasando alegrías, tragedias, clandestinos amores, viejos amigos. Todo aquí ve despertando en leves pasos, apresurados pasos, entre cansancios y júbilos. Todo se va esparciendo por la avenida de los cafés, adentrándose por cada puerta, adhiriéndose en cada ventana como si todo lo inerte y viviente le perteneciese a la negrura misma que va extendiendo sus manos por doquier, emanando así lo oculto, lo negado, lo absurdo. Como este...