LA MIRADA DEL PERDÓN
Me iré con mis valijas de llanto
y zozobra comprimidas en cada rincón
del corazón doliente.
Caminaré con
las primeras luces
cuando las
alondras empiecen su canto, el instante que no tenga vuelta mis pies
hacia atrás.
Me iré con el espíritu palpitante
de emociones
tristes, ante lo que fue cierto
hasta el final.
Me
perdonaré,
y mis manos
sanarán con fe y bendición ésta
pérdida irrefutable.
Que duele
tanto como a ti
cuando nos
dijimos adiós con los labios llenos de perdón
e interrogaciones.
Porque así era lo mejor,
irnos y desaparecer el
uno del otro, sin marcha atrás,
sin darle cabida a un volver.
Porque así
haya amor, perdón,
es la pasión
la que se acabó, es la energía del corazón el que menguó.
–¿Cómo amarnos tanto y no seguir?–
¿Cómo
hacernos al lado del camino y no continuarlo?
¿Por qué
nunca miramos atrás? Si nos hemos perdonado con todo el corazón,
¿por qué fuimos soberbios con nosotros mismos,
inclusive para el otro?
Y si nos
amábamos hasta
Fue
nuestro amor egoísta, ¡Sí! Ese fue, sólo buscábamos
sacar alguna ventaja del amor proveniente
de tus manos y las mías. Nada más fue eso.
Entonces el
perdón fue
para cada
uno de nosotros, no para el otro.
Qué verdad
tan dura y cruel,
saber, lo
que es.
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