Voy a tomarte amada mía.

Voy a tomarte, así de desnuda;
tibia, húmeda, así de complacida.
Tomaré tus senos y los besaré
ensalivando tus erectos pezones;
mordiéndolos con vehemencia.

Te tomo en este instante,
acariciando tu cabello en un frenesí,
en un furor inacabable.
Nuestros dedos enredándose
en las pieles de cada uno.
Cuanto te deseo, cuanto me deseas.
Zambulléndonos en nuestros aromas,
a sabor a canela, a sabor a manzano.

Te tomaré y te harás una con mi esperma
y yo con tu saliva que me entibia,
en cada gemido, en cada ternura.
Esparcidos en los cuerpos
como mis ganas y las tuyas.
En su desnudez tibia y húmeda.
Me besarás hasta quererte
hundir en mi cuerpo,
igual que tus manos
en mis caderas,
como mi boca en tu pecho.

Te calentaré con mi aliento
en tu boca, en tu cuello
y tu voz de quejidos
me calentará la médula del alma.
En el instante de volvernos a tocar.
Provocándonos,
hallándonos,
husmeándonos.

Hasta adentrarnos en el otro,
en un cosquilleo inimaginable.
Dejándonos hacer de nuestros
dedos una memoria,
conociendo el mundo exacto
de nuestras pieles que se van palpando.

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